Capítulo.-42
La cacería.
Nunca
antes había visto tal actividad en el encinar, a las seis de la mañana, ya nos
había despertado a todos Don Zacarías.
En
la explanada que delante de la Casona hay, nos reunió a todos y como gran
estratega que en sus tiempos de militar fue, nos explicó la forma en la cual se
iba a llevar la captura de los gatos asilvestrados y que tanto daño económico
podían realizar en las crías de los cerdos ibéricos.
Al
alba y con más de treinta nudos de viento, había enviado a los pericos Antonio
y Froilán, para que los tuvieran controlados desde el aire, como si de
helicópteros se trataran y en caso de que abandonasen el escondite, le
informaran inmediatamente del nuevo lugar en que se ocultasen, una orden les
había dado y era que bajo ningún concepto debían dejarse ver por los gatos
asilvestrados. Siguió explicando el plan que según él era infalible, este
consistía en poner la red acerada, que a la antigua Secretaria de Igualdad Doña
Bibiana Aído, en un descuido que los pastores nazis, que en esa Secretaría hay
por centenas, habían tenido les había hurtado la red, el día en que la más
infame de las humillaciones a él habían sometido. La red estaría
puesta de forma vertical, sujeta por dos palos clavados en el suelo, justo lo
suficiente para sostener la red, de tal forma que, los ladronzuelos que nos
están causando enormes pérdidas, en el momento en que con ella choquen, estos
se desenclaven y la red les caiga encima, para dirigirlos hacia ella,
lo perros se acercaran sigilosamente dando un rodeo y cuando estén lo
suficientemente cerca de ellos comenzaran a ladrarles al mismo tiempo que
emprenden veloz carrera con la intención de atacarlos. Un momento –dijo- y se
dirigió hacia dos furgonetas que se acercaban, eran los técnicos que a
solucionar el problema que con el sistema Wi-Fi había, una vez que los saludó
volvió hacia nosotros y nos ordenó ponernos en marcha.
En
menos de media hora no solamente llegamos a la guarida de los asilvestrados,
sino que la red y todo lo que había ordenado hacer a los perros se desarrolló a
la perfección, tal y como lo había planeado.
Una
vez los gatos asilvestrados estaban enredados de tal forma en la red, que era
imposible que escaparan, sacó una gran cantidad de cuerdas negras
plastificadas, de las empleadas para atar las pacas que con los pastos se hacen
y a la Casona, con ellos prisioneros y en el más absoluto de los silencios nos
dirigimos. Una vez en ella los ha encerrado en una de las cochineras, sin
desatarlos, ha ordenado que solamente se les suministre agua y raciones de
piensos hechos con ratones “coloraos” para tres días, pues ya sabemos que estos
refrescan la memoria abundantemente. Una vez todo esto se ha cumplido, ha
cerrado la puerta metálica de la cochinera con llave y ha guardado, esta, en la
caja fuerte que en mi despacho tiene instalada.
Los
técnicos ya han solucionado el problema que los porqueros psicólogos habían
planteado y se habían marchado.
Ha
ordenado que todo el mundo desayune abundantemente y por los servicios
prestados desinteresadamente, hoy, la jornada laboral se acorta en dos horas y
desde ahora en adelante queda reducida semanalmente en dos hora y treinta
minutos, que esto no es La Moncloa ni propiedad del Marianito el Recortador.
Los sueldos aumentan un tres por ciento durante este año.
Esta
noche y a la hora habitual todo el mundo tiene que asistir a la lectura, pues
la lectura de hoy es excepcional.
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