Capítulo.-61
Carmela: La nieta de Don
Patrocinio.
A media mañana ha llegado un taxis a “El Encinar”, de
él ha bajado una linda gatita de unos tres años y a la que ya estaban esperando
Don Patrocinio y Don Zacarías, este abonó los servicios prestados por el
taxista una vez que todas las maletas que portaba la sobrina de Don Patrocinio
quedaron depositadas frente a la entrada principal de La Casona. Una vez que se
le asigno una magnifica habitación y el servicio doméstico desembaló las
maletas, se ha puesto unas playeras, pantalones vaqueros y camiseta de manga
corta se ha dirigido a una de las encinas más altas y se ha subido en lo más
alto de ella saltando de rama en rama, de nada ha servido que le suplicásemos
que se bajase de ella por el peligro que ello acarreaba ante una posible caída.
Después de tantos ruegos, Don Zacarías ha enviado a
buscar a uno de los porqueros psicólogos con la orden de que se presentara en
tiempo record en las instalaciones centrales de “El Encinar”, en menos de
veinte minutos ya estaba en La Casona, se le ha explicado lo que ocurría y con
su buen saber hacer profesional en menos de diez minutos ha conseguido que
bajase, no sin antes haberle prometido que le leería uno de los cuentos más bonitos
de los que en una libreta había escrito.
Don Zacarías le ha relevado de las tareas asignadas y
le ha rogado encarecidamente que esté al cuidado de ella hasta nueva orden,
mientras esto ocurría, Carmela a estilo sargento chusquero no ha dejado de vociferar
que le leyeran el cuento prometido, a lo cual el porquero psicólogo no le quedó
más remedio que acceder, pues lo prometido es deuda.
Acto seguido ha comenzado a leer y ante lo interesante
que se ponía el cuento la sobrina de Don Patrocinio no perdía detalle, hasta me
parece que se le estiraron las orejas un poquito.
El cuento leído por el porquero psicólogo se titula
“CHALÁN”, está dedicado a todos los niños y en especial a los que sufren
cualquier tipo de violencia y dice:
Hace ya mucho tiempo,
tanto, tanto que a las ranas todavía les quedaba mucho
pelo. En esos tiempos tan remotos, los hombres viajaban de un lugar a otro
andando, a lomos de caballerías o en carruajes tirados por estas.
Por aquel entonces, había
un comerciante, al que todos conocían como Don Peluche, pero su nombre
autentico era Don Florentino, le llamaban Don Peluche porque su actividad
principal era el comercio, se dedicaba a la compraventa de peluches, pero de
peluches auténticos, peluches de última generación y no como los actuales, que
funcionan con pilas, no son tan suaves como los que comercializaba Don
Florentino y que no hacen más que unos cuantos movimientos y repiten siempre
las mismas palabras.
Don Florentino hacía viajes
al Oriente más lejano, para proveerse de los mejores y últimos modelos, pues es
sabido de todos, que en el Oriente más lejano se encuentran los mejores y más
afamados fabricantes de peluches, allí los artesanos tenían fama de hacerlos
vistosos y muy suaves, tan suaves que a todos nos encantaría tener uno de
ellos, los fabricaban con seda, producto que era desconocido para la mayoría de
la gente de Europa, de donde era originario Don Florentino.
En uno de estos viajes decidió adentrarse en un
país tan lejano, que nadie se había adentrado nunca en él, ya que por su
lejanía era desconocido por los comerciantes. Tras duros y fatigosos días de
viaje llegó a una ciudad donde encontró al mejor fabricante de peluches del país
y que además era uno de los más afamados "magos" de todo Oriente. Tal
era su poder haciendo magia que sus peluches una vez que los sometía, a sus
"artes de mago", cobraban vida propia, pero dada la cantidad de
tiempo que el "mago" necesitaba para completar el proceso de
fabricación de un solo peluche, eran extremadamente caros, motivo por el cual
Don Florentino solamente pudo adquirir uno.
Don Florentino emprendió el
viaje de regreso a Europa con la idea de vender el peluche adquirido y
rentabilizar lo invertido en él, pero este tenía tales
dones que el "mago" le había imprimido en el proceso de
fabricación que a medida que su nuevo dueño las fue descubriendo, decidió que
no lo vendería ni aunque le ofreciesen los tesoros del rey Midas y decidió
quedárselo para él y que le acompañase en los viajes de negocio, en estos
viajes, el peluche, al cual Don Florentino le puso el nombre de Chalán,
aprendió las técnicas del comercio y decidió, con el permiso de Don Florentino,
dedicarse a la compraventa de mimos, compraba mimos en los lejanos
países que visitaban, pues en estos países los padres disponían de mucho tiempo
para estar con sus hijos y estos tenían mimos sobrantes, los cuales Chalán
compraba y los vendía en Europa, pues había observado que los niños de los
países de Europa andaban escasos de ellos, ya que en Europa tanto la madre como
el padre trabajan, los niños pasan el día en guarderías y los padres no tienen
tiempo para darle mimos a sus hijos.
Tal fue el éxito obtenido
por Chalán en este negocio, que enriqueció a Don Florentino de tal modo, que
viendo la pobreza extrema y la escasez de alimentos en algunos de los países
que visitaban, decidieron que con las ganancias ingentes que Chalán obtenía, en
su boyante negocio de mimos, comprar alimentos en Europa para
donárselos a los niños pobres de los países que visitaban, de esta forma
crearon la primera ONG de la que se tienen noticias en el mundo.
Por haber sido fundada la
primera ONG del mundo por Chalán, el peluche más suave que ha existido, es por
lo que a todos los niños del mundo les gustan tanto y también les gustan
a los que, para recordar su infancia, no son tan niños.
Un poquito antes de que el
porquero psicólogo terminase de leer el cuento, Carmela, la sobrina de Don
Patrocinio se ha quedado dormida como un tronco.
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