lunes, 16 de abril de 2018

Capítulo.-1 El jardín de La Casa con Tos.







Capítulo.-1
El jardín de la casa con tos.


Esta mañana mi perra Cora se perdió durante el paseo que solemos dar, la encontré en el jardín de la casa de mis amigas Alexandra, una niña de diez años y de su madre Katía.
La llamé y protestó porque no quería venir, protestó con su característico uuuuuuuuuuuuuu
que suele emplear cuando decide no obedecer
Me dirigí a ella para sacarla del jardín y a medida que me acercaba oí una conversación en la cual todo eran lamentos y quejas, en un principio pensé que había alguien en el jardín y que ese alguien era quien hablaba, pero cuando llegué y para mi sorpresa, no había nadie en él. En el jardín solo encontré a mi perra, un perico muy delgado posado en una de las ramas de un rosal, otros dos pericos prisioneros en una jaula y el gato de Adrián. El gato se encontraba subido en lo más alto que había encontrado, un árbol que aún, no siendo alto en demasía, le permitía observar desde allí y al mismo tiempo permanecía fuera del alcance de los colmillos de Cora, pues todos los gatos del barrio conocen las malas pulgas de esta.
Los dos pericos que estaban dentro de la jaula me ordenaron sentarme y que permaneciera atento a la conversación. Más que sentarme, fue un verdadero cuerpo a tierra, pues aunque parece ser que los pericos hablan, yo era la primera vez que los oía y me dieron un buen susto.
Por lo que pude deducir de la conversación, la casa y los tres pericos estaban enfadados y manifestaban a Cora y al gato con tristeza, lo que ellos consideraban un abandono de hogar por parte de Alexandra y Katía y por consiguiente el abandono de ellos.
Yo, que no salía de mi asombro, no me atreví más que a respirar profundamente, pero más que asombro, lo mio era miedo, pero ahora que ya estoy en mi casa y el miedo se me ha pasado, o al menos eso creo, recuerdo don total nitidez la conversación que allí, en el jardín, se mantuvo.
El gato desde el árbol ejercía las funciones de "coordinador" dando la palabra a quien correspondiera y en riguroso orden.
Primero se la concedió a la casa, pues era la que más tiempo llevaba en ese lugar. La casa, con tristeza, tomó la palabra y después de toser un par de veces habló del frío que tenía, manifestando con enfado que Alexandra y Katía se habían marchado a pasar el fin de semana a la ciudad y no habían tenido la cortesía de decir cuando volverían de nuevo, pero sí habían tenido la desfachatez de cortar la calefacción, aún sabiendo que arrastro una tos desde hace tres o cuatro inviernos, que temo que al final va a terminar conmigo y no solamente esto, en la pared que da al norte, Katía ha abierto una ventana que multiplica el frio, pues cuando se marchan no se toma la molestia de cerrarla, evitando así las frías corrientes que por ella entran.
El gato concedió la palabra a Cora.
Esta manifestó que se encontraba un poco deprimida con la marcha de Alexandra, pues últimamente jugaba a menudo con ella y si no esta en la urbanización, no sabía qué es lo que podía hacer, bueno, sí, dijo puedo jugar contigo, rogando al gato que bajase del árbol, con el fin de comenzar una sincera amistad.
Silencio, te retiro la palabra, si sigues por ese camino me veré obligado a expulsarte del jardín y seguirás la reunión desde la calle. Todos sabemos que maltratas gatos y muerdes a los demás perros, esa conducta, aquí no está permitida. No quiero volver a oirte hasta que de nuevo te conceda la palabra.
Pido la palabra de nuevo -dijo- la casa.
Denegada -maulló- el gato. Concedo la palabra a este perico y señaló al que estaba fuera de la jaula y posado en la rama de un rosal.
.Yo -dijo- llevo unos días semienterrado en el jardín, debajo de unas hojarascas, pues ahí me dejó Alexandra, pensando, que estaba muerto y no era así, lo que ocurrió es que en esta casa se ha cometido un atentado contra mí, pienso que por parte de Katía, aunque no descarto que Alexandra tuviese parte en él. Ocurrió por culpa de mi adicción al tabaco, con esta crisis, me he quedado sin trabajo y sin dinero, cayendo así en  la indigencia, cansado de ir de un sitio a otro decidí ocultarme en este jardín, pues al menos aquí, cuando Alexandra limpia la jaula de estos dos prisioneros, siempre caen restos de comida y así de esta forma he ido sobreviviendo; pero es tal la adicción que tengo por el tabaco que todos los días le robaba cigarrillos a Katía y un día me explotó uno de ellos al encenderlo, alguien le había puesto un petardo oculto en su interior y a causa de ello no sé cuánto tiempo he pasado entre las hojarascas en estado de coma, hoy, de nuevo he vuelto a la vida, de profesión soy jardinero y para mí lo más urgente es fumar un par de cigarrillos.
En esta reunión está absolutamente prohibido fumar -dijo el gato- le concedo la palabra a uno de los pericos enjaulados, que hable el llamado...
Perdón -dijo la casa- y tosió de tal forma, que algunas de las tejas cayeron al jardín.
Que hable el llamado Froylán.
Tomó la palabra Froylán y con gran indignación dijo: Nos han dejado solos y a la deriva, creo que me he expresado con total claridad.
El gato concedió la palabra la segundo perico enjaulado.
El segundo perico, de nombre Antonio, hizo uso de la misma y dirigiéndose a su compañero de jaula y a todos los reunidos en el jardín -dijo- no creo que sea para tanto, Alexandra  nos ha dejado abundante agua y suficiente comida para el fin de semana y a pesar de su corta edad, se preocupa por nosotros, por las mañanas nos saca al jardín y nos mete en casa al atardecer.
Yo, que ya ne había recuperado de la sorpresa, me atreví a pedir la palabra a su Señoría gatuna.
El gato Zacarías
A lo que me respondió con mucha mofa: Aquí, por si no lo sabes, no pasas de ser un mero espectador, si tienes alguna queja, se la das a Katía cuando vuelva.
Después de esto, han acordado por votación que los dos pericos enjaulados por Alexandra, sigan cumpliendo condena, pero en libertad vigilada y acto seguido, los sacaron de la jaula.
El perico jardinero acusa a Katía y posiblemente también a Alexandra de tenencia ilícita de petardos, ha decidido hacerse cargo del jardín, pues lo encuentra muy abandonado y así cuando las dueñas de la casa regresen, viendo la nueva imagen que con la limpieza presente, no dejará de recibir una buena recompensa en alpiste, tabaco a ser posible y algo de ropa. Ha decidido dejar de robar cigarrillos, pero no lo de robar, pues en un rapidísimo vuelo al jardín de Hayat, una de las vecinas robó dos plantas del jardín de esta, dijo que eran patateras, los fumadores más empedernidos como yo, las fumamos si carecemos de tabaco y separando unas patatas que habían venido adheridas a las plantas robadas, las sembró en la zona más soleada del jardín, las ha abonado con un líquido que según nos comentó las hará alcanzar la plena madurez en dos días, al mismo tiempo espera conseguir semillas en gran cantidad y sembrando estas conseguir aumentar rápidamente la producción.
Después la siembra y abonado ha comenzado a arreglar el jardín, recortó los setos, podó el rosal y el árbol, arrancó unas zarzas que en uno de los rincones comenzaba a crecer a su antojo, ha entresacado las malas hierbas, ha recogido la hojarasca y por último ha segado el césped y ha recogido todo en bolsas con todos los desechos y rogó a Cora que las tirara todas a la basura, algo que esta hizo sin protestar, incluso tuvo la cortesía de colocar en la casa las tejas caídas. De tal aspecto quedó el jardín, que quien lo conociera en la forma que se encontraba antes quedaría gratamente sorprendido con el nuevo aspecto que ahora presentaba.
El gato decidió no regresar a su hogar, según nos comentó en algunas ocasiones lo habían maltratado y se había visto en la necesidad de cazar ratones para complementar la dieta, pues Adrian le daba poca comida y cazar ratones también lo puedo hacer aquí, pero con total libertad. Antes cazaré los topillos que hay en el jardín y así aportaré algo para el buen mantenimiento del mismo, con ello pienso que Katía me dejará permanecer aquí, mientras, voy a dormir un poco y sin más se adentró en el refugio que hay debajo del jardín.
Cora me pidió permiso para quedarse en el jardín y se echó junto a la puerta de la entrada de la casa, tapando de esta forma el resquicio existente entre la puerta y el suelo, de esta forma evita que se originen corrientes de aire y enfríen la casa. Le ordené que bajo ningún concepto mordiera a los allí reunidos y en caso de que alguien venga a robar o ha hacer daños en las instalaciones, debe ahuyentarlo, pero sin morderle, por lo tanto y hasta que vuelva Katía y encienda la calefacción, ese será tu cometido.
La casa ahora sin corrientes que la enfríen, ha mejorado mucho en su tos y en su aspecto en general. Personalmente pienso que el mejor calor para la casa es el de sus dueñas viviendo en ella continuamente, ese calor al que denominamos "calor humano", ese es el mejor calor. La casa hasta se sentiría más importante con el calor humano o calor de hogar.
Lo último que ocurrió en el jardín antes de marchame a comer, fue que el perico jardinero rotulaba una tabla de madera que en él había y cuando yo me vine y por la cara más lisa podía leerse:
                                                        
                                                  CÁRCEL PARA PERICOS  


No sé qué quedó haciendo en el otro lado de la tabla, por los golpes que oigo, puede ser que esté clavando alguna alcayata en ella para colgarla.
He vuelto la vista y he observado que ya tiene la tabla colgada en la jaula
















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